2 d’oct. 2010
Temps d'oblit
Salí de casa pensando que era verano pero a las dos cuadras me envolvió un frío intolerable.
¿Estaba en el sur de Chile, o en Europa, o en Alejandría?
Me refugié debajo de una cornisa que asomaba de un edificio añoso y sopesé mis alternativas: podía volver por mi impermeable, o bien correr hasta la estación del Metro. Opté por lo segundo.
Al enfrentar la escalera de la estación Santa Lucía, sentí una mano sobre mi hombro y una voz que me decía: “Abuelo, ¡otra vez desnudo y con este frío! Venga conmigo a casa, se lo pido por favor.”
Jorge Biggs
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